CRECIMIENTO, ESPIRITU Y PERSONALIDAD


1.- Definiendo la personalidad y el Espíritu.
(a modo de introducción al tema)
2.- Como funciona el Espíritu.
3.- Descanso y Regreso.
4.- Trabajo en común.
5.- Normas. 
6.- El motor de la evolución.
7.- Los Guías.
8.- El crecimiento personal y el cultivarse.
9.- Crisis. 
10.- Evolución del Espíritu y la personalidad.
11.- Premio o castigo.


1.- Definiendo la personalidad y el Espíritu.


Siento que me expreso a través de mi cuerpo físico; que siento con mis emociones; que reflexiono con mi pensamiento; amo, doy valor a las cosas y elijo lo que es bueno para mí en base a mi conciencia.

Cuatro formas de expresarme, en las que doy de mí y recibo de los demás. Cada forma de expresión la vivo tan mía como el cuerpo físico al que toco y veo, por lo que también los llamo mis cuerpos.

Es como vivir en cuatro pisos a la vez, con una comunicación constante entre ellos. Y aunque las partes de mí que viven en los pisos superiores no se dejen ver, ni tocar, las siento y son tan reales en su propio nivel como lo es el cuerpo físico en el suyo. 

Así a modo de ejemplo, para mejor entender, pongo el cuerpo físico en el primero piso, el cuerpo emocional en el segundo piso, el cuerpo mental en el tercer piso y el cuerpo espiritual en el ático.

En cada piso que subimos, los cuerpos están hechos de una materia menos densa, menos pesada que la del cuerpo físico, por eso no se ven, pero si se sienten porque todos se comunican y afectan entre ellos.

Del mismo modo que en los edificios hay una red eléctrica que da luz a todos los pisos, también hay una red eléctrica que da luz y comunica todos los cuerpos. 

La parte humana queda formada por los tres primeros pisos, físico, mental y emocional. El cuerpo mental y el emocional juntos forman la personalidad.

Mientras que el Espíritu es de matería mucho más sutil y hecho de Luz siendo la parte más sagrada. Por lo tanto creo que las personas somos una parte humana que corresponde a la tierra y una parte divina que corresponde al cielo.

Entiendo por Espíritu a la esencia de la vida, que también se la conoce por otros nombres, tales como Alma, Ser Superior o Luz. Nombres y concepciones distintas para nombrar una misma cosa, según nos hemos educado, la tradición, la religión, la cultura e incluso la época en que se vive. Yo utilizo la palabra de Espíritu o el Ser.



2.- Como funciona el Espíritu.

El Espíritu evoluciona. Vida tras Vida. Es decir aprende. De la misma manera que un ser humano nace siendo un bebe y con el tiempo crece y se desarrolla, aprende a andar, luego a hablar, a comer solo, se hace un  joven y luego un adulto. Con lo que aún y siendo la misma persona su expresión de cuando es un niño es muy diferente a cuando es un adulto.

A diferencia de la personalidad, el Espíritu tiene unas etapas de aprendizaje mucho más largas en función de su habilidad para aprender.

Los Espíritus son portadores de Luz por naturaleza. Pero al igual que las personalidades también tienen sus características particulares, los hay más jóvenes o más maduros en función de lo que hayan aprendido. Pueden ser más o menos tercos, más o menos generosos, más o menos agradables. Habrá que tengan más Luz que otros, aunque todos tengan su Luz, su intensidad y su brillo dependerá de como haya sido su trayectoria evolutiva. 



3.- Descanso y regreso.


De tiempo en tiempo, el Espíritu se toma un descanso y regresa al Cielo que es a donde pertenece, para poner en orden todo lo que ha vivido y aprendido en la experiencia humana, de esta forma puede enfocar nuevamente otro ciclo de experiencia en función de lo que quiera aprender o vivir.

Para ello, algunos Espíritus deciden encarnar en la tierra en un cuerpo humano,  en una familia y circunstancias que en estrecha colaboración,  con la personalidad, ayuda necesaria e  imprescindible,   le permitan hacer sus aprendizajes y así evolucionar.

 La personalidad que lo acoge es quien se lo facilita o imposibilita. De ahí la importancia de  trabajarse uno mismo el carácter para poder sentir esa vocecita interior que sabe cuál es el camino a seguir y que es difícil de oír si la personalidad no se ha cultivado.



4.- Trabajo en común. 

El Espíritu y la personalidad están destinados a trabajar juntos en una misma dirección. Para ello cada Espíritu se comunica o relaciona de manera única con la personalidad. Por lo que no hay patrones establecidos. Cada persona debe encontrar la forma de comunicación o relación con su Espíritu por si misma.

Un buen ejemplo para entender mejor esta situación es imaginarnos a nosotros mismos remando en un bote de remos. En un remo está el Espíritu y en el otro la personalidad. Si cada remo va hacia donde quiera, nunca se llegará a lugar alguno, porque no hay entendimiento ni escucha de ningún tipo. El único que sabe donde ir es el remo del Espíritu, que es quién debe marcar el camino, si la personalidad entiende esta sabiduría que va más allá de un entendimiento racional, lo acata, lo respeta y lo acepta se deja guiar de manera que rema en la dirección adecuada con la ayuda y estrecha colaboración de su Espíritu. 

El Espíritu cuida, respeta y acepta las limitaciones de la personalidad porque las comprende. No es una dominación del uno sobre el otro, en el que uno mando y el otro obedece, sino que se complementan, se nutren el uno al otro, de ese modo se permite la evolución de ambos, porque se respetan  y buscan entre ellos un punto de equilibrio que los beneficie a los dos. Al Espíritu y a la personalidad. No hay imposición del Espíritu se buscan acuerdos comunes. 

Para que esto pueda ser asi debe haber un compromiso hacia uno mismo, de ambas partes, la parte humana y la parte divina. Una entrega y confianza hacia el otro. De ahí la importancia del crecimiento personal
como humanos y el ir evolucionando y creciendo como Espíritus. 


5.- Normas.

Siempre el Espíritu tiene una visión mucho más amplia de la trayectoria a seguir. Cuando eso se entiende y se vive de acuerdo a ello, la vida se vuelve mucho más fácil porque se rema en la dirección correcta y de común acuerdo.

Pero que pasa cuando uno de los remos no hace su parte en el trabajo. Pues sucede que el que rema se cansa ya que hace el trabajo de los dos. Eso posibilita que nunca se llegue a puerto, o que se reme dando vueltas, o que no se avance porque un remo va hacia una dirección y el otro remo en dirección contraria. Y aunque los Espíritus reciben ayuda de los estadios superiores, también se agotan o enferman sino pueden remar hacia el lugar donde deben ir para su mayor bien y el de su personalidad.

Puede suceder también que uno de los remos se rebele, "¿porque tengo que hacer esto?, o "porqué tengo que ir donde tu quieres?". Una rebeldía positiva sería innovar, proponer formas más creativas que faciliten el trabajo.

Una rebeldía negativa sería el no estar nunca satisfecho con lo que se hace, encontrarlo siempre todo mal, el no aceptar unas normas mínimas para hacer su función. Y así estorban a los que quieren trabajar.

Si eres remero hay unas normas específicas para remar que debes acatar; si eres panadero hay otras normas básicas que se deben obedecer, luego puedes ser creativo, pero siempre hay unas normas básicas a tener en cuenta. Y así en cualquier profesión. Un albañil no empezará la casa por el tejado sino por los cimientos, luego hará maravillas con su construcción.

Si esas normas básicas no se acatan, todo se desmorona. La barca puede zozobrar, el pan no puede levar, la casa se puede hundir. El resultado es tiempo perdido y volver a empezar de nuevo.


6.- El motor de la evolución.

Así la vida supone un crecimiento personal a nivel humano y una evolución a nivel espiritual. Y la única manera de lograrlo es encajando los altibajos de la vida, con las circunstancias personales y concretas de cada persona, como retos personales, aunque sean duros se deben superar con valentía y compromiso con uno mismo.

La experiencia es el motor de la evolución humana. Si siempre las cosas fueran bien, a nuestro gusto, no habría crecimiento. Sería como tener agua estancada en un río, que al final se pudre y huele mal. Hay que dejar correr el río de la vida y renovar el agua con la experiencia.

Sin embargo hay experiencias que causan dolor. Es entonces cuando normalmente nos acordamos de Dios y rezamos para evitar el sufrimiento. Y parece que nuestras oraciones no son oídas. Es entonces cuando hay que mirar si los dos remos van remando compenetrados. 

El Cielo siempre es consciente del dolor que algunas experiencias pueden traernos. Pero la atención del Cielo se pone en lo que hay dentro de ese dolor. Como ejemplo para entender mejor esta situación sería como querer comerse una castaña. Vemos la castaña tal cual es al caer del árbol, con pinchos alrededor que debemos apartar para abrirla y encontrar su fruto dulce y agradable. Así son estas experiencias y así el cielo las ve, como pinchos alrededor que causan dolor a la personalidad, pero que una vez aceptados y trabajados se accede al fruto interior, la comprensión y avance en la evolución.


7.- Los  Guías.

Los Espíritus están sujetos a Leyes Universales. A veces muy distintas de las humanas. Cuánto más trabajo personal haga la personalidad más de acuerdo estará a estas Leyes. Cuánto menos trabajo personal haya hecho más alejado estará y más dificultad también habrá para entender sus experiencias de vida.

Hay toda una Jerarquía de Seres que viven-existen en la Luz ocupándose de la evolución de la Luz y todo cuanto en ella hay, incluyéndonos a nosotros los seres humanos.

A cada Espíritu en la tierra se le asigna desde el Cielo un Ser de Luz de una nivel superior al que él se encuentra para poder asesorarle e instruirle en su camino evolutivo y  a medida que va avanzando van cambiando también esos Seres de Luz. A esos Seres de Luz los conocemos en la tierra por el nombre de guías y pueden ser uno o varios. El Cielo decide cuántos deben ser. Ellos no nos hacen el trabajo, nos animan e instruyen desde su lugar y nunca, nunca, desatienden a ningún Espíritu.

Esos Seres nada esperan a cambio de su servicio, esperan solamente que su Luz, su guía permita la evolución de la persona a quién va destinada. Esos Seres no son perceptibles a ojos humanos, sólo los pueden notar, percibir o intuir aquellas personas que se trabajan y están conectadas a sus Espíritus y nunca, nunca, nunca, alardean del contacto que puedan tener con ellos. La humildad, el trabajo personal, el amor y la gratitud son imprescindibles y puertas que dan acceso al Cielo.

A veces se da el caso de  que por su  condición a un ser humano, el Cielo le da permiso para un servicio concreto hacer y es guiado a hacerlo en bien de todos los demás. Esos Seres humanos hacen lo que tengan que hacer y vuelven luego a sus tareas como personas normales y corrientes. Entre los servicios que puede prestar es el de acompañar-guiar a las personas hasta que estén preparadas para seguir con su propio guía interior. 


8.- Crecimiento personal. El cultivarse.

La evolución de la humanidad es un bien común  a todos. Así es que a medida que como humanidad vamos avanzando, tenemos acceso a más información y más clara. Sin embargo, su comprensión depende del grado de crecimiento personal de cada uno. Es por eso que las palabras tendrán un sentido u otro de una persona a otra.

De esta manera nos encontramos  con distintos grupos de personas. El grupo que todo lo critica y todo lo juzga y el grupo que a través de las experiencias que la vida les pone delante intenta mejorar y aprender. Entre ambos grupos hay toda una variedad posible que depende de la apertura de mente que tengan y pureza de corazón, en función de si se cultivan o no.

Para dar claridad a esta concepción de crecimiento voy a poner tres ejemplos. Primero: el de las personas que sienten una curiosidad natural por las cosas, que se preguntan el porqué pasa esto u aquello, los que se cuestionan que hay más allá de lo que en realidad se manifiesta en su vida.

Segundo: los que se fijan más en la consecuencia de sus acciones y se lamentan de ellas. Ejemplo, alguien se olvida de repostar gasolina en su vehículo y se queda parado en medio de la nada, reacciona lamentándose de su situación, con lo cual no aprende nada o bien puede darse cuenta de que no ha sido precavido antes de salir de viaje. Esta observación es la única que le servirá para el futuro.

Tercero: El esperar que los demás nos solucionen los problemas y al no hacerlo los culpabilizamos de que las cosas no salgan bien. Son solo unos ejemplos de muchas reacciones que hay. 

Cuando una persona es capaz de entender lo que le ocurre, significa que ha desarrollado la capacidad de ver la situación desde otra perspectiva, lo cual permite deshacer algún miedo, algún malentendido, algún nudo, lo que contribuye a aceptar la vida como un aprendizaje y no como un castigo, entonces es cuando se llega a la paz interior, la tranquilidad y el sosiego. Luego descansa para reponer fuerzas durante un espacio de tiempo para luego poder seguir andando su camino en la vida. Uno deja de sentirse victima pasiva y toma responsabilidad directa en su vida. 

Es como si en un principio de la vida fuéramos andando en medio de la niebla y a medida que vamos asimilando lo que vivimos y entendemos, poco a poco se va disipando la niebla.

Es ese entender de nuestro propio aprendizaje que nos permite luego entender a los demás y acercarnos a otras culturas que no son en realidad tan distintas a la nuestra. Con algún rasgo diferente pero con algunos puntos clave en común. La necesidad de superación de las limitaciones humanas y el aprender de nuestros errores y en cómo logramos explicar los mismos conceptos con distintos nombres.


9.- Crisis.

Podemos imaginar la crisis como esos diques que construyen los castores en el río. El agua espera poder acceder a que le den libre paso; igual es la crisis que está asociada al crecimiento. Así como la retirada de troncos posibilita el libre fluir del agua, la crisis posibilita el acceder a una mayor apertura de mente y corazón.

Sólo el acto de iniciarse crea las condiciones para un lento e imparable desmontaje del dique que se corresponde con aligerar un poco el peso que lleva encima la personalidad. El propósito de la crisis no es sino éste, el de colocar las cosas en su lugar y obtener una visión de la vida desde otra perspectiva que nos aporte mayor comprensión y bienestar.

Cada personalidad tiene su propio ritmo y hacer, cada persona se toma los aprendizajes a su manera, así que el ritmo muy distinto puede ser de una persona a otra. Las comparaciones en cómo se hacen los aprendizajes y se superan las crisis o con que técnica o terapia se hacen, no llevan a ningún sitio. Cada persona es única en su evolución y debe preocuparse únicamente de si misma en este aspecto.

Es muy importante que la personalidad pueda mantenerse en contacto con su Espíritu para de esta forma tener más serenidad y confianza en lo que viviendo se está. No siempre resulta fácil, pues depende mucho de lo trabajada que esté, sin embargo un buen acompañamiento facilita mucho la resolución de la crisis. 


10.- Evolución del Espíritu y la personalidad.

La personalidad empieza y termina en una vida humana, formándose otra en las próximas vidas que requiera tener el Espíritu. La diferencia es que la nueva personalidad no tiene el recuerdo de las anteriores, mientras que el Espíritu sí mantiene la memoria de todas sus encarnaciones humanas anteriores. Así cada nueva personalidad es un nuevo cuerpo, que tiene su utilidad para el aprendizaje concreto que hace el Espíritu en su presente ciclo de vida.

Esta falta de recuerdo consciente de las vidas anteriores da una comprensión limitada de la vida y la muerte, puesto que se cree que cuando el transito se da todo acaba. Esa misma comprensión limitada inclina al apego al cuerpo físico y miedo al transito. Todo es cambiante a nivel de cuerpo físico y personalidad en cada vida humana o ciclo de vida. Mientras que a nivel de Espíritu se mantiene siempre una continuidad.

 El Espíritu encarna en muchos cuerpos, en muchas personalidades, para poder tener muchas vivencias y experiencias que no podría vivir si sólo fuera una vida humana. A cuántas más encarnaciones, más madurez y más probabilidades que tiene de poder conectarse con su personalidad, siendo éste uno de los propósitos del Espíritu a fin de que al colaborar juntos en un mismo propósito de vida. 

Desde esta perspectiva se ve la vida en una transición entre pequeñas o grandes pérdidas, cada vez que hay un cambio de energia o situación. 
Ya de pequeños cuando perdemos nuestro peluche preferido o el vestido que tanto nos gustaba se queda pequeño y hay que renunciar a él. O de jóvenes cuando perdemos nuestro primer amor o cuando de adultos nos quedamos sin empleo o nos roban el coche.

Si pudiéramos aprender desde pequeños a no dramatizar estas pérdidas y verlas formando parte de un camino de vida en el que todo nos es prestado mientras lo necesitamos, pero que no somos dueños de nada, aprenderíamos que es mediante la aceptación y adaptación a la nueva realidad que crean, que se produce un cambio en nuestra manera de hacer y de pensar. No nos fijaríamos tanto en lo que dejamos atrás y lo veríamos con más naturalidad y menos dolor. Sino entendemos que eso que creemos perder nos da la posibilidad de vivir otras situaciones que nos llevan hacia adelante, siempre añoraremos lo que ya no tenemos con todas las frustraciones que este hecho supone. 

El gran cambio esta en aprender desde pequeños que las pérdidas son algo natural que forma parte de la vida en la tierra, porque todo se nos es prestado para que lo usemos y soltemos después. El Universo nos provee de lo que necesitamos a partir de lo que ya hemos soltado. Con esta comprensión y aceptación la vida se encara de distinta manera. El recordar constantemente lo perdido, el lamentarse, el estar pendientes de lo que ya no se tiene, es lo que dificulta el cambio, la aceptación y el avance en la vida.


11.- Premio o castigo.

De los años pasados hemos heredado un patrón de pensamiento que ha quedado como petrificado y es la separación del bien y del mal. Ejemplo: Si uno actúa bien irá al cielo y tendrá un premio, si actúa mal irá al infierno y será castigado. Con esta forma de pensar se potencia el miedo a lo Divino a quién se considera juez y ejecutor de sentencia.

Y la verdad es no hay ni víctimas ni verdugos. Juzgar las cosas en el sentido de bien o mal es relativo. Sí que se producen situaciones que hay que vivir, enfrentar, solucionar y podemos hacerlo bien o mal, en función de nuestras creencias, sin embargo, lo que vale es lo que hemos visto y aprendido de tal situación. Podemos habernos equivocado pero al final hemos aprendido. O sea que las equivocaciones habrán servido para algo. Entonces no es una situación mala, puesto que nos lleva a una evolución a través de la comprensión, integración y compensación.

O al revés podemos no tener situaciones difíciles y la vida no trae ningún reto y decimos "ha tenido una buena vida", pero a nivel evolutivo si la persona no se ha comprometido no ha habido ningún cambio evolutivo. 

A veces hacerlo todo bien no supone ningún aprendizaje. En cambio se pueden tener muchas actuaciones negativas y al final darse cuenta de algo y eso se convierte en muy positivo.

El mejor premio es evolucionar, el peor es estancarse y no avanzar.

Desde la personalidad cuesta verlo así, porque nuestra visión es limitada, pero como Espíritus podemos apreciarlo todo y entender su sentido y razón de ser. Todo con más dulzura y serenidad se vive. 






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