Nuestras
creencias y sus estados emocionales nos
posicionan en un punto de visión en el cual solo vemos una cara de la verdad. La nuestra.
La que nos lleva a juzgar la vida y vivir, una y otra vez, aquello en lo que
creemos, lo cual nos refuerza en que estamos en lo correcto, según nuestro punto de vista.
Según sea
nuestro punto de visión o interpretación, vamos a necesitar corregir nuestro punto de
mira o interpretación, a fin de ampliar
la visión-conciencia y acercarnos más a la Verdad Universal.
Es la forma en que la vivimos, las decisiones
que tomamos lo que corrige el punto de visión. Podemos aceptar o resistirnos,
pero en ningún modo evitaremos vivir la experiencia.
Sin embargo
hay diferencia entre aceptar o resistirse. Aceptar es entregarse a la voluntad
de nuestro Ser, aceptar la
responsabilidad y el compromiso que tenemos para con nosotros mismos, no
responder a las expectativas que los demás tienen sobre nosotros solo para que
nos acepten y nos quieran. Aceptar que cada uno es responsable de su propia
felicidad, de su propia vida y crecimiento, que nosotros no somos responsables
del crecimiento, comodidad o temor de los demás. Aceptar que sólo tenemos la obligación de ser
fieles y leales a nosotros mismos y que es a través de ésta lealtad que
sostenemos, apoyamos y amamos a los demás. Nos permite comprenderlos porque
vemos en ellos el camino que hemos recorrido nosotros. Eso no da la libertad de
situarnos en la posición adecuada para poder ayudarlos.
Resistirse
es separarse, negar o cerrarnos, no creer en nuestra capacidad de
transformación, es apegarse al pasado, cargar con el pasado, cargar con la
responsabilidad de crecimiento de los demás cuando no tenemos fuerzas ni para
nosotros mismos ni estamos en paz con nosotros mismos.
No es ser
egoísta decidir primero por la propia salud interna y humana, por nuestro
crecimiento, antes de sostener a otra persona en su propio camino.
En cambio
sí es ser egoísta pedir a otro que no evolucione porque ello se siente como un
peligro y una amenaza a la comodidad,
rutina y apego al propio modo de vida.
De manera
que la corrección del punto de mira puede ser aceptada o no en función de si la
tomamos como un castigo, un ataque o un juicio. No como una forma natural de reenfocar
la vida. Sino que nos obligan. Este es
un camino de sufrimiento y separación, pero que también nos llevara tarde o
temprano a la expansión o despertar de conciencia.
Con la
gratitud y la humildad de la aceptación,
llegamos a la Expansión de la
Conciencia. Y en esta opción llegamos en forma individual, cada uno según sus
capacidades y su propia verdad, pero
también como grupo de almas, uniendo
fuerzas, en familia. El enfoque está dentro, en nosotros, en nuestra
sinceridad, en lo que somos y en lo que aportamos.
Con el
miedo y la arrogancia de la resistencia del
yo, nos limitamos, nos frenamos en nuestro reconocimiento y expansión. Y en
esta opción llegamos separados o acompañados por quienes tienen un punto de
visión más cerrado aún, con lo cual no unimos fuerzas, al contrario las
dispersamos. El enfoque está fuera, en los demás como responsables de nuestro
bienestar y esperando que alguien nos solucione el problema.
Todas las
experiencias son poderosas y potentes, porque son transformadoras. Solo existen
para despertar nuestra conciencia a la Verdad Universal. El tiempo que tardemos
en llegar no importa. El Universo tiene todo el tiempo que nosotros
necesitemos. La cuestión es ¿lo tenemos nosotros también?
La
humanidad en su camino se ha vuelto experta en tomar la verdad e invertirla.
En hacer
que una cosa signifique otra.
En tomar
un sí y convertirlo en un no.
En tomar
un error y hacerlo un acierto.
En
justificar lo injustificable.
En los
últimos tiempos del ciclo de energía ya finalizado, el universo nos sostenía en
nuestras experiencias y nos apremiaba con ellas para que llegásemos al nuevo
ciclo con la conciencia de cuál era nuestra verdad y cuáles eran las áreas
donde debíamos aplicar la corrección en nuestro enfoque con las consiguientes
decisiones.
Ahora, con
el nuevo ciclo, o bien nos dan espacio
para que a nuestro ritmo maduremos, lo cual quiere decir que nos sentiremos
separados, diferentes, del grupo con el que evolucionamos, porque la vida no
espera, sigue su ritmo, únicamente se detiene para el que se resiste. O bien tomará acción
directa en nuestras vidas, como un bisturí que corta y elimina aquello que
impide nuestro avance.
Todo en
función de nuestra verdad personal. Nuestro sistema de creencias sobre el que
nos apoyamos y que en parte hemos heredado por transmisión generacional,
nuestra familia humana o espiritual, las necesidades de aprendizaje del
Espíritu. Estamos pues ante un nuevo
reto, que debemos encarar con madurez emocional, es decir, sabiendo como
gestionar nuestras emociones.
¿Cual es
nuestra verdad?