Amor y gratitud, es el nombre dado a esta foto, captada en el agua por Masuro Emoto.
Y así empiezo.
Nuestra evolución es un ascender a otras dimensiones, ascender a una mayor apertura de conciencia que va acompañada de una comprensión mayor y una inteligencia, que cada uno utiliza como buenamente puede y sabe, lo que nos hace diferentes, a la vez que nos enriquece y nos une.
No solamente existimos aquí en ésta dimensión, sino que hay muchas partes nuestras también en otras dimensiones superiores. Incluso viviendo en nuestra dimensión. De manera que existimos en diferentes planos de conciencia. Igualmente una relación puede existir en otro plano y más cierto aún si es una relación de pareja.
Cada uno escoge la dimensión o plano de conciencia, frecuencia o vibración en la que quiere experimentar la vida o realizar su experiencia. Escoge pues el equipaje adecuado al viaje que quiere hacer. Por lo tanto sólo nosotros podemos escoger cambiar a otra frecuencia, vibración y conciencia superior. Eso supone que en la Tierra coexisten muchos planos de conciencia.
Elevarse supone evidentemente un trabajo interior tanto a nivel espiritual como de personalidad, que tiene que acoplarse a la nueva frecuencia que hemos elegido. ¿Cómo sabemos que hemos subido de frecuencia?, cuando significa un cambio en nuestra forma de vivir y relacionarnos, así como nuevas necesidades, nuevos proyectos, nuevas exigencias, nuevos retos. En general somos diferentes y aunque nosotros estemos orgullosos de ello, pues es el fruto de nuestro trabajo interior y de nuestra voluntad, los que nos ven desde fuera, no siempre lo aprecian así. Ellos nos ven, nos sienten diferentes, hemos cambiado y les puede gustar o no.
Siempre es una elección personal, aunque esto cueste de aceptar. O voy hacia adealnte o me quedo en la comodidad de lo que tengo y es conocido. Es cuestión de elección. Si avanzamos evidentemente somos conscientes; si nos quedamos ¿hasta que punto somos inconscientes?.
Mientras avanzamos, nuestras relaciones se mantienen, sin embargo en nuestro ascenso las relaciones cambian. Esas relaciones a menudo nos enfrentan y en ocasiones nos frenas, algunas nos acompañan.
La primera reacción es intentar cambiar al otro. Hacer todo lo posible para que vea las cosas desde nuestro punto de vista. Le explicamos las ventajas que eso comporta. Lo que sentimos. Le decimos todo lo positivo y bueno que eso representa. Sin embargo, la otra persona no sólo no lo ve, sino que no quiere verlo, no quiere ver lo que es evidente para nosotros. Y cuanto más nos acercamos, más se aleja o más nos hiere.
Nos sentimos obligados a "hacerles crecer" y como no podemos, nos sentimos fracasados o culpables ¿De qué? ¿De sus elecciones?.
En nuestro crecimiento espiritual estamos avanzando muy rapidamente. Aunque nos parezca lento en nuestras necesidades e inquietudes. A medida que la energía del universo nos lleva hacia dimensiones superiores, no todos lo estamos haciendo de la misma manera ni al mismo ritmo. Se están produciendo muchos desencuentros. Tiempos de encuentros y desencuentros.
Cada uno debe completar su camino en el que actualmente está. Y esto es bendecido. Igual que nuestro camino es bendecido. Ni más ni menos. Pero no podemos compartirlo hasta que ellos estén preparados para saberlo y verlo por sí mismos. Y esto puede ser que no suceda nunca en esta vida.
Eso sucede en relaciones de parejas, padres e hijos, hermanos, amigos, asociados, viviendas, trabajos, todo lo que incluye nuestra vida.
¿Que se puede hacer? NADA. Excepto honrar su camino y liberarlos de nuestra relación. Seguir adelante y en ese adelante atraer otras relaciones, otras circunstancias, otros propósitos, que estén alineados con nuestra nueva vibración.
Liberarlos a ellos de la carga que les supone nuestra relación es darles la oportunidad de no esconderse o justificarse en nosotros y enfrentar su camino. Liberarlos a ellos es liberarnos a nosotros mismos de la responsabilidad de cargar con esa relación. No es necesariamente, aunque puede ser, poner distancia física, sino simplemente cortar el cordón emocional que nos une, desapegarnos del todo y dejar que la alegría de la libertad venga a nuestro encuentro. Es una actitud no solamente mental, sino un saber estar interno. Es un estado de conciencia. Que no se confunda con egoismo.
Voy a dar algunos apuntes para poder identificar si nuestras conciencias se hallan en el mismo plano de nuestras relaciones. O bien dejamos que cada viva al nivel que ha escogido, sin pena, sin lástima, sin obligaciones, sin exigencias, sin reproches.
1º.- Sentirnos cansados, de ver como en la relación nosotros ponemos muchos de nuestra parte para que funciones, mientras el otro se acomoda. Sentimos el egoísmo del otro disfrazado en su comodidad e inmovilismo.
2º.- Poner empeño en hacer que la otra persona vea, entienda, cambie, se mejore, creemos que es nuestra obligacicón hacerlo, esperar que nos valore, nos reconozca.
3º.- Depender de esa persona, haberse convertido en nuestro talón de Aquiles, un punto débil, que sabe donde tocar y como hacerlo para desequilibrarnos.
4º.- La relación esta estancada, la energía no fluye, nos agotamos, no hay retroalimentación, no hay nivel de comunicación.
5º.- La sensación de que esto se ha acabado y no quererlo reconocer. Que todo se va enfriando, distanciando, diluyendo. Pero lo justificamos. Aun no lo hemos aceptado.
6º.- Sentir como la otra persona piensa que somos raros, extraños, diferentes, que estamos un poco tocados, lo diga abiertamente o no, lo percibimos. El rechazo. Nos sentimos utilizados, usados.
7º.- Nosotros podemos ver en la otra persona lo que ella misma no puede reconocer.
8º.- Sentirnos como una vela que se apaga. Que no podemos alimentarnos, que nuestras necesidades la otra persona ya no las cubre, ni las entiende, ni se esfuerza por entenderlas.
Pienso que es como separar el grano de la paja. Un proceso que cuando no se entiende, no se puede aceptar, porque no se sabe hacer, nos confunde y nos pierde. Retenemos el proceso. Y al avance sólo se llega cuando nosotros mismos nos lo PERMITIMOS. Y para ello llegamos a un punto de total agotamiento físico y mental. Y decimos "no puedo más". Entonces estamos maduros para aprender a perder el miedo, para romper esquemas y liberarnos a nosotros mismos, sin culpabilidad. Nos permitimos avanzar.
Evidentemente cuanto más íntima la relación, más dolorosa puede ser el "agotamiento", porqué más hemos retenido y más hemos puesto.
Vamos a dejar que cada uno sea lo que quiere ser y nosotros ser lo que queremos SER. Un maestro muy amado por mí me dijo una vez, HAY QUE TENER CORAJE PARA SER LIBRE. En otra ocasión, si procede, hablaré de la libertad.