domingo, 29 de agosto de 2010

El Lenguaje


EL LENGUAJE
Como si fuera un cuento, dicen, que hace muchísimo tiempo unos seres habitaban el planeta Tierra y se comunicaban entre ellos mediante imágenes mentales, no tenían necesidad del lenguaje porqué ellos proyectában mentalmente sus pensamientos. La frecuencia energética de la Tierra era muy alta.
Dicen; que a medida que la energía se fue densificando, también la frecuencia de la Tierra fue bajando, entonces tuvieron necesidad de hallar otros medios de comunicación puesto que la proyección de sus pensamientos no se veía.
Surgió el sonido que se transformó en lenguaje. A cada sonido se le asignó una idea, un pensamiento completo.
Dicen, que eso fue el principio y que desde ahí se creó todo un lenguaje que se diversificó en varias lenguas a medida que la humanidad se fue dispersando por el planeta.
Los Sabios sabían que a medida que la Tierra se enfriará aún más y la humanidad se enraizara más en la 3D, olvidarían el conocimiento que portaban. Entonces decidieron preservar el conocimiento del olvido y lo codificaron dentro del sonido que emítian ciertas palabras al ser pronunciadas. Así el sonido de las palabras y las palabras en su forma, se convertían en una de las numerosas llaves que abren la puerta de la conciencia. Este es sólo uno de los muchos métodos que se usarón.
Dicen, que de esta foma las lenguas han evolucionado según las etapas y necesidades que ha vivido la humanidad. Se han creado palabras nuevas y se han relegado al olvido otras. El lenguaje se ha ido renovando en función de nuestras necesidades, pero siempre se han arrastrado los sonidos, aunque no la forma gráfica, dándolos a nuevas palabras.
Hay lenguas que han conservado su pureza original y las llaman sagradas. Pero entiendo también por sagrada cualquier palabra que se pronuncie bien, que se comprenda bien y que se diga con y desde el corazón. Sagrado es algo que contiene la Divinidad y ¿hay algo más divino que el Corazón?.
Sin embargo, a medida que la conciencia se desplazó desde el corazón a la mente o intelecto, se perdió la comprensión justa del significado de las palabras. Es ahí donde ahora pueden volver a ser muy útiles como herramienta que nos estimula al despertar de la conciencia. Para abrir nuevos espacios de comprensión y soltar viejos esquemas que ya no nos sirven a nuestras necesidades actuales.
Esa abertura, puede muy bien funcionar por capas, puesto que a medida que vamos progresando se profundiza y aporta más y más comprensión, que se desarrolla en función de cómo esta nuestra mente y cómo nos sentimos en el momento presente. "Todo es según el color del cristal con que se mira". El trabajo interno con el sonido y con las palabras, siempre que sea hecho con y desde el corazón, puede cambiar el color del cristal y dar más amplitud de miras a nuestra conciencia.
"El observador modifica lo observado", al observar como no sentimos y qué comprendemos en relación a las palabras, modificamos sin darnos cuenta nuestro momento presente para abrirnos más a posibilidades futuras, a mayor conciencia.
Maria Angels

lunes, 5 de julio de 2010

Sostener en el Amor


A veces nos dicen alguna palabra que cuesta mucho de entender, en profundidad me refiero. A mí me ocurrió cuando, alguien que sabe mucho, me dijo; “Sosten a tu hijo en el amor”. Sabía que me estaba diciendo algo realmente importante, pero no terminaba de comprender, tampoco podía pedir explicaciones, porque hay cosas que debes entenderlas con el corazón, de forma inmediata o a través de la experiencia o cuando una ha madurado un poco más, entonces el corazón se abre y entiendes, relacionas las cosas, sabes instantáneamente porqué es así y no de otra manera.

He tenido tres hijos y sólo después del nacimiento del pequeño, comencé a plantearme el educar a un hijo de forma diferente. Con los dos mayores seguí patrones de conducta semejantes a mis padres o que ví en los demás, en fin, lo tipico. La verdad, es que no fue ninguna maravilla. Cometí muchos errores, pero en aquel tiempo lo hice perfecto, porque era todo lo que sabía hacer.

A medida que iba educando a mis hijos mayores me daba cuenta de que algo no estaba bien, eran sensaciones, intuiciones, pero siempre terminaba haciendo caso a la educación convencional. Pero llegó otro niño y con él reconocí aquellas cosas que me faltaban o fallaban.

La primera que un hijo no es solamente una personita a quién cuidar y educar, enseñar y prepararlo para ser un adulto de provecho. Es ante todo y por encima de todo un Ser Divino, un Alma que viene a la Tierra con una misión, ser feliz y con un destino a cumplir que él mismo ha decidido. Que viene con una disposición espiritual, con unas aptitudes, adecuadas únicamente para él; que no hay que enseñarle tanto, sino ayudarlo a recordar quién es y en lugar de educarle, acompañarle para que pueda realizar su propósito, su destino. Esta es su sabiduría. Una sabiduría que igual que un cubito de hielo debe deshacerse lentamente mientras la personalidad se va formando impregnándola y gobernándola.

En la energía vieja el miedo era un buen maestro, así que por miedo a herirlo o hacerlo mal, aprendí a respetar su sabiduría, a confiar en ella. Mi hijo entro de lleno en el plan convencional de educación, su colegio, sus clases, sus actividades; pero, de vez en cuando, surgía algún problema, entonces en mi preocupación pedía y confiaba en el Universo para encontrar justo la solución perfecta para él. Confiaba totalmente, con fuerza. Así iban viniendo ayudas en forma de personas adecuadas con palabras y soluciones adecuadas.

Pasaron los años y encontré alguién que me dijo “sosten a tu hijo en el amor”. No lo comprendí al momento. Pero al poco tiempo ví y comprendí que era justo lo que estaba haciendo. Vi que confiando en el Universo o en Dios, lo que realmente había hecho era confiar en la sabiduría de mi hijo, sostener esa sabiduría y dejar que todo el mundo exterior se adaptara a las necesidades que iban surgiendo de su interior.

Veamos la definición del diccionario. Sostener: sustentar, mantener firme una cosa. Sustentar o defender una proposición. Prestar apoyo, dar aliento. Dar a alguien lo que necesita para su sustento.

Me enseñaron a buscar a Dios fuera de mí, cuando lo tengo en mí. Y también me enseñaron a temer a Dios. Y yo temía a Dios, fue ese temor precisamene el que me llevó a experimentar que lo único que debía temer era a mi ignorancia. Entonces entendí que también se equivocaron quienes me enseñaron cómo era Dios. Para ellos quizás fuera verdad, era su verdad, pero no la mía. Mi verdad es que Dios es Amor, es confianza. Esa fuerza maravillosa que llamamos Dios, o cómo querais llamarlo, “nos sostiene en el amor”.

Yo le pedía soluciones a Dios, a la Divinidad Suprema, la experiencia, el tiempo me demostró que a quién pedía realmente era a la propia divinidad de mis hijos y a la mía. Les pedía en amor y con amor. Así hemos avanzado juntos, pero cada uno en su propio camino. En su propia sabiduría y en su propia Verdad.

No diré que ha sido un camino fácil. Sostener en el amor, es confiar en que todo esta perfecto y será perfecto. Es dejar Ser lo que uno quiere Ser. Es vencer el miedo y sustituirlo por el amor y la confianza.

Si sostenemos con miedo nos vamos directos al dolor. Si sostenemos con amor y confianza nos vamos directos a la acción y poco a poco a la realización. El propósito de vida se va desplegando lentamente como un mandala.

No confundamos el confiar en pasividad o inmovilización, al contrario, es acción. Sin acción no hay experiencia, no hay despliegue del propósito, no hay realización. Todo se queda en un maravilloso sueño, pero a la práctica es una gran insatisfacción.

Ese sostener en el amor se puede aplicar en todo cuanto hacemos o queremos hacer, en nuestros proyectos, en nuestras relaciones, con nuestros sueños, en nuestro hogar, en nuestra salud, con nosostros mismos. Sostengamos en el amor la verdad de nuestro corazón y todo es y será perfecto.

Maria Angels

Cuando las cosas cambian


Este es el tema del mes: CAMBIO

Vivimos en una época en que los cambios forman parte de nuestro día a día. Nuestras vidas son un viaje de transformación continuo, en que el paisaje cambia a medida que vamos avanzando, lo que nos permite modificar nuestras creencias, las percepciones de nosotros mismos, de nuestra realidad y del mundo.

La cuestión es cómo nos comportamos ante estos cambios. Y lo que nos traen.
Cuando las personas nos acomodamos a una rutina, a una manera de hacer, normalmente no nos planteamos hacer las cosas diferentes, mejorarlas, superarlas, o ver que otras posibilidades hay para nosotros. La rutina trae inercia, nos acomodamos y no nos movemos.
Hay personas que se aburren frente a la rutina y ellas mismas propician el cambio, pero otras nó. A estas otras personas la vida les cambia las cosas de sitio para sacarlas de su comodidad, de su inercia.

Cada cambio trae consigo muchas posibilidades de transformación. Podemos enfocarlo como difícil, quejándonos, enfadándonos, en definitiva, resistiéndonos y por consiguiente pasándolo mal. Esta manera de hacer nos debilita y nos enferma. La verdadera razón para rechazar el cambio es la pereza y la inercia mental.

Otra forma de encararlos es vivirlos como transformadores, utilizando todas sus posibilidades para potenciar nuestro viaje interior, por consiguiente no lo pasamos mal, aprendemos, creamos y gozamos. De esta manera siempre salimos más fuertes, más vitales. Nosotros elegimos la forma de hacer.

Nuestra verdadera naturaleza es inquieta, curiosa, aventurera; la personalidad, la mente es la que cuestiona. Nuestra esencia ama y busca a Dios en el universo, en la naturaleza y en el hombre. Ama saber, estudiar y buscar las causas que yacen detrás de los efectos externos, el significado de las relaciones que hay detrás de toda vida y de toda experiencia. Se interesa por los aspectos divinos del espíritu, del alma, del cuerpo, del hombre; se interesa por las energías, cualidades y principios divinos. También se interesa en el por qué y el cómo de los fenómenos, por el proceso evolutivo. Por la conciencia que se desarrolla y se expande continuamente.
Nuestra esencia busca, ama la verdad y la presentación de la verdad evoluciona y se adapta a la necesidad de la humanidad en cualquier periodo. Es por ello que todos los procesos de cambios son necesarios; aplazarlos, negarlos, no es posible, porque un día u otro las personas se verán finalmente obligadas a enfrentar sus asuntos a causa de las fuerzas internas y externas de la evolución.

Maria Angels.

Reflexiones sobre el Respeto


Hoy quiero expresar algunas reflexiones sobre el respeto y que tienen que ver con la toma de nuestras decisiones y cómo y porqué nos involucrarmos en la vida de los demás.

Creo que cada uno toma sus propias decisiones, si nos parecen bien tomadas o equivocadas, esa es una apreciación nuestra. Todos tenemos el derecho y la obligación de tomar nuestras decisiones, llevarlas adelante y asumir sus consecuencias. Esta es nuestra fuente de aprendizaje. Privar a alguién de su fuente de aprendizaje es bloquearle su seguridad personal, su creatividad, su capacidad de realización, su evolución.

¿Cómo nos hemos sentido cuando otras personas, con muy buena intención, nos lo han hecho a nosotros?. Todos nos equivocamos y todos acertamos. Si a los niños se les educa en el respeto y se les deja tomar sus pequeñas decisiones, a medida que van creciendo serán más capaces de tomar decisiones más importantes y de más envergadura. Si se les protege hasta el punto de que todo se les dá hecho, cuando sean adultos no sabrán tomar sus propias decisiones. Igual sucede cuando se los ridiculiza o penaliza cuando sus decisiones no son del agrado de los mayores o por no obtener los resultados esperados por los mayores.

Dicho sea de paso, al juzgar a otro no lo estamos respetando. Cuando nos descubrimos en esta actitud, tendriamos que analizar que hay en nosotros que nos impulsa a hacerlo. ¿El juzgar a los demás nos dá seguridad?, ¿queremos demostrar algo?, ¿qué nos impulsa a hacerlo?.

El respeto es aceptar la decisión del otro y dejar al otro tomar libremente su decisión. Las decisiones nacen de las necesidades del momento que tiene cada persona. ¿Sabemos nosotros cuáles son las necesidades de los demás?, ¿acaso estamos dentro de los demás y las sentimos y vivimos como ellos?. Cada persona siente y vive las cosas a su manera, según su mundo interno.

No hay en el Universo una ley fija que nos diga cómo y cuándo debemos sentir las cosas. Somos seres libres de sentirlas según nuestra necesidad del momento y nuestra conciencia es la única que dicta las normas. Si esa conciencia está orientada hacia el Orden Universal, enhorabuena, la decisión es correcta. Pero si la conciencia, por lo que sea, no está orientada hacia el Orden Universal, es señal de que está aprendiendo y por lo tanto, buscando acoplarse a ése Orden. El dejar que la persona realize esta búsqueda es respeto.

Cuando en nuestra educación se nos enseñó a discernir entre el Bien y el Mal, ya se nos enseño cuál es el Orden, entonces también se nos enseñó a que nuestras decisiones buscarán siempre nuestro Bien más elevado y el de los demás. O al menos eso debía formar parte de nuestra educación.

Todas las decisiones tomadas cambian a la persona. Nadie es la misma persona antes y después de tomar una decisión. Una decisión cambia el camino, cambia el desenvolvimiento, cambia el crecimiento. Igual sucede con la palabra, una sola palabra puede marcar un antes y un después e, según sea dicha de una forma o otra, con una intención o otra.
Y lo que a uno le puede parecer que no es crecimiento, para el otro sí es crecimiento. ¿podemos respetar eso?.

Hace poco he convivido con muchas personas, de muy distintos lugares, en un encuentro para aprender y mejorarnos. Me he fijado en cuántas personas hay que son expertas en aconsejar a las otras, sin que nadie les pidiera consejo ni opinión. Me he fijado en cuántas personas había que cuestionaban a los demás. ¿Es eso respeto?, que necesitaban demostrar?, o qué necesitan tranquilizar?.

Vi la falta de respeto como una orientación mental, hacia la chachara incesante e inconsciente. Viví el parloteo incesante como una contaminación mental. Y me pregunté que necesidad tenían estas personas de hacerlo y comprendí que es una orientación mental, casi cultural, una costumbre inculcada desde niños en que no hay conciencia clara de lo que estamos diciendo, sólo es importante hablar, demostrar lo que uno siente y sabe, es resúmen no estar en silencio. No sabemos estar callados. Pero también entendí que es una falta de conocimiento en el terreno de cómo funciona nuestra energía mental junto con nuestra energía verbal. Ahí hay un gran campo de trabajo. El respeto en el hablar y en el silencio.

Y ahora el respeto hacia nosotros mismos. Hacia nuestras decisiones que nos permiten evolucionar y que nacen de nuestros corazones. Ese respeto por nosotros mismos muchas veces es anulado cuando pensamos en lo que van a pensar los demás de nuestras decisiones. ¿podemos tener la suficiente autovaloración y decisión para seguir adelante?, o bien deshacemos el camino andado? y porqué lo hacemos?.

Cada persona tiene derecho a evolucionar a su manera, a crecer a su manera y cada uno tiene su
propia manera de hacer. Si a nosotros mismos nos tratamos con respeto entonces también estaremos más predispuestos a tratar con respeto a los demás.

Y si acaso vemos que no hemos tomado la decisión adecuada y corregimos lo andado, tomemos otra decisión, sin culpabilidades ni victimismos. No nos juzguemos, amémonos y aprendamos.
Aceptemos plenamente nuestro propio crecimiento y el de todos los demás, sin juzgar. Juzgar no es signo de respeto. Y por favor, aprendamos a estar callados si no hay nada importante por decir.

Gracias por haberme dejado expresar y por escuchar.

Maria Angels.