A veces me encuentro con personas que mal interpretan como es el contacto con los guías. Piensan que cuando se dé, ellos ya les dirán todo lo que tienen que hacer y así serán conducidos suavemente por la vida.
Hace tiempo yo también lo pensaba. Evidentemente no es así y si por casualidad hay alguien que encuentre que el Cielo lo lleva así, su contacto no es un ser de Luz.
El Cielo lo que quiere y apoya es a nuestro Espíritu en su propósito y experiencia de ésta vida. El Cielo apoya y sostiene al Espíritu y éste a nuestra personalidad, orientando su mente para que pueda hacer su reconocimiento y juntos avanzar Espíritu, ahora sí con la ayuda del Cielo.
La función de los guías es la de orientar, acompañar, instruir, sostener al Espíritu en su relación con la personalidad. Por eso es normal y natural que cuando la personalidad reconoce a su Espíritu está también reconoce a sus guías, porque ambos ya no están separados sino que forman una unidad.
El Cielo nada hará por nosotros que nosotros no separamos hacer por nosotros mismos. Nos orienta para que veamos y hagamos, bajo nuestra responsabilidad, lo que sea necesario.
El Espíritu creó la personalidad para poder servirse de ella en su propósito de evolución. Lo que sucede es que muchas veces la personalidad y el ego se rebelan, no atienden y van por su cuenta, haciendo caso omiso de lo que resuena en su interior, es entonces cuando surjen las dificultades.
Los guías no tienen prisa, su lema es poco a poco. Son respetuosos, no nos juzgan ni critican. Ellos no ven las cosas en negativo o positivo sino como formas de aprendizaje. Su amor es incondicional.
Piden educación, gratitud, humildad y respeto. Si nosotros no nos dirigimos a ellos, con esas cualidades, dan un paso atrás y pacientes observan y esperan un momento más oportuno para intervenir.
Otra mala interpretación es pensar que todos tenemos que sentir o contactar con los guías de la misma forma. Cuando llega el momento, que es cuando el ego no puede intervenir, el contacto se decide en función de la naturaleza y evolución del Espíritu y las capacidades o atributos de la personalidad.
María Angels
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