Los seres
humanos solo tenemos una obligación y es crecer, conocernos, evolucionar. En general, somos un poco perezosos a la hora de ponernos a trabajar
internamente. Siempre encontramos justificaciones para no hacerlo. Y es que la
mente se acomoda a lo conocido y rutinario, aunque eso nos cause dolor,
insatisfacción y auto-destrucción. La mente prefiere eso a enfrentarse a las
consecuencias del trabajo interno, que son siempre cambio, avance,
hay que crecer, dejar cosas y abrirse a
nuevas posibilidades. Enfrentar el cambio es lo que da miedo. Y de ahí surge la
duda y las justificaciones.
A veces
también la mente se enfrenta a la fuerza de los deseos.
O a un
esquema mental que marca una línea de
conducta determinada y obstinada. Si el cambio que viene no va en la línea que
uno quiere, nos negamos a avanzar.
Ante este
miedo las personas reaccionan de muy
diferente manera. Y esa reacción es una parte que marca el ritmo de crecimiento.
La persona puede ser ágil, de rápida comprensión, vital, dinámica
y avanza deprisa, pero puede llegar a un punto en que necesite hacer un
descanso para asimilar. Luego se para
por un tiempo indefinido.
Luego hay la persona que es más lenta en
asimilar y avanza poco a poco pero no se para, es constante, metódica,
disciplinada como las hormiguitas va haciendo pasito a pasito.
Esta la
persona rebelde, que siempre anda peleándose consigo misma, que se enfada con
el mundo y con las personas que la quieren, se cansa, se agota, y ahí se para
en el tiempo. O se queda ahi o cuando ya no puede más abre la mente y el corazón dejándose
llevar.
Y esta
también la persona que se abre al
cambio, pero no le gusta lo que ve y
luego retrocede hacia los viejos
hábitos y de allí ya no se mueve.
Hay tantos
ritmos de crecimiento como personas hay en el mundo. Cada persona atiende según
sus circunstancias, posibilidades y evolución. Todos son respetables. Ninguno
es rechazado. Todos más tarde o más
temprano conducen a buen puerto. La Luz nunca deja a nadie atrás, pero deja espacio y libertad para que cada
uno ande su camino a su libre albedrío.
Maria Angels
No hay comentarios:
Publicar un comentario