Encarar y aceptar las etapas de crisis curativas, de cambios sin prisa, pero sin pausa resulta fundamental. Al sentirnos en crisis nos angustiamos, nos dispersamos, lo queremos todo rápido, aunque sea lo más complicado, lo más caro. Es como decir "no quiero estar así, por favor, rápido, quítamelo de encima", así probamos una cosa detrás de otra. La intranquilidad, la ansiedad y a veces el dolor nos impiden orientarnos correctamente.
Cuando aceptamos, nos centramos y nos comprometemos con nosotros mismos, entonces entendemos que todo vendrá de nuestro interior, de nosotros mismos, es así que aprendemos a dar valor a lo aparentemente sencillo. A la meditación, a la oración, al amor, al perdón, al ejercicio, a la alimentación, a la cadena de ayuda humana-divina, cielo y tierra. Dejamos de buscar respuestas afuera y aprendemos a encontrarlas dentro.

No hay comentarios:
Publicar un comentario