lunes, 5 de julio de 2010

Reflexiones sobre el Respeto


Hoy quiero expresar algunas reflexiones sobre el respeto y que tienen que ver con la toma de nuestras decisiones y cómo y porqué nos involucrarmos en la vida de los demás.

Creo que cada uno toma sus propias decisiones, si nos parecen bien tomadas o equivocadas, esa es una apreciación nuestra. Todos tenemos el derecho y la obligación de tomar nuestras decisiones, llevarlas adelante y asumir sus consecuencias. Esta es nuestra fuente de aprendizaje. Privar a alguién de su fuente de aprendizaje es bloquearle su seguridad personal, su creatividad, su capacidad de realización, su evolución.

¿Cómo nos hemos sentido cuando otras personas, con muy buena intención, nos lo han hecho a nosotros?. Todos nos equivocamos y todos acertamos. Si a los niños se les educa en el respeto y se les deja tomar sus pequeñas decisiones, a medida que van creciendo serán más capaces de tomar decisiones más importantes y de más envergadura. Si se les protege hasta el punto de que todo se les dá hecho, cuando sean adultos no sabrán tomar sus propias decisiones. Igual sucede cuando se los ridiculiza o penaliza cuando sus decisiones no son del agrado de los mayores o por no obtener los resultados esperados por los mayores.

Dicho sea de paso, al juzgar a otro no lo estamos respetando. Cuando nos descubrimos en esta actitud, tendriamos que analizar que hay en nosotros que nos impulsa a hacerlo. ¿El juzgar a los demás nos dá seguridad?, ¿queremos demostrar algo?, ¿qué nos impulsa a hacerlo?.

El respeto es aceptar la decisión del otro y dejar al otro tomar libremente su decisión. Las decisiones nacen de las necesidades del momento que tiene cada persona. ¿Sabemos nosotros cuáles son las necesidades de los demás?, ¿acaso estamos dentro de los demás y las sentimos y vivimos como ellos?. Cada persona siente y vive las cosas a su manera, según su mundo interno.

No hay en el Universo una ley fija que nos diga cómo y cuándo debemos sentir las cosas. Somos seres libres de sentirlas según nuestra necesidad del momento y nuestra conciencia es la única que dicta las normas. Si esa conciencia está orientada hacia el Orden Universal, enhorabuena, la decisión es correcta. Pero si la conciencia, por lo que sea, no está orientada hacia el Orden Universal, es señal de que está aprendiendo y por lo tanto, buscando acoplarse a ése Orden. El dejar que la persona realize esta búsqueda es respeto.

Cuando en nuestra educación se nos enseñó a discernir entre el Bien y el Mal, ya se nos enseño cuál es el Orden, entonces también se nos enseñó a que nuestras decisiones buscarán siempre nuestro Bien más elevado y el de los demás. O al menos eso debía formar parte de nuestra educación.

Todas las decisiones tomadas cambian a la persona. Nadie es la misma persona antes y después de tomar una decisión. Una decisión cambia el camino, cambia el desenvolvimiento, cambia el crecimiento. Igual sucede con la palabra, una sola palabra puede marcar un antes y un después e, según sea dicha de una forma o otra, con una intención o otra.
Y lo que a uno le puede parecer que no es crecimiento, para el otro sí es crecimiento. ¿podemos respetar eso?.

Hace poco he convivido con muchas personas, de muy distintos lugares, en un encuentro para aprender y mejorarnos. Me he fijado en cuántas personas hay que son expertas en aconsejar a las otras, sin que nadie les pidiera consejo ni opinión. Me he fijado en cuántas personas había que cuestionaban a los demás. ¿Es eso respeto?, que necesitaban demostrar?, o qué necesitan tranquilizar?.

Vi la falta de respeto como una orientación mental, hacia la chachara incesante e inconsciente. Viví el parloteo incesante como una contaminación mental. Y me pregunté que necesidad tenían estas personas de hacerlo y comprendí que es una orientación mental, casi cultural, una costumbre inculcada desde niños en que no hay conciencia clara de lo que estamos diciendo, sólo es importante hablar, demostrar lo que uno siente y sabe, es resúmen no estar en silencio. No sabemos estar callados. Pero también entendí que es una falta de conocimiento en el terreno de cómo funciona nuestra energía mental junto con nuestra energía verbal. Ahí hay un gran campo de trabajo. El respeto en el hablar y en el silencio.

Y ahora el respeto hacia nosotros mismos. Hacia nuestras decisiones que nos permiten evolucionar y que nacen de nuestros corazones. Ese respeto por nosotros mismos muchas veces es anulado cuando pensamos en lo que van a pensar los demás de nuestras decisiones. ¿podemos tener la suficiente autovaloración y decisión para seguir adelante?, o bien deshacemos el camino andado? y porqué lo hacemos?.

Cada persona tiene derecho a evolucionar a su manera, a crecer a su manera y cada uno tiene su
propia manera de hacer. Si a nosotros mismos nos tratamos con respeto entonces también estaremos más predispuestos a tratar con respeto a los demás.

Y si acaso vemos que no hemos tomado la decisión adecuada y corregimos lo andado, tomemos otra decisión, sin culpabilidades ni victimismos. No nos juzguemos, amémonos y aprendamos.
Aceptemos plenamente nuestro propio crecimiento y el de todos los demás, sin juzgar. Juzgar no es signo de respeto. Y por favor, aprendamos a estar callados si no hay nada importante por decir.

Gracias por haberme dejado expresar y por escuchar.

Maria Angels.

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