
Este es el tema del mes: CAMBIO
Vivimos en una época en que los cambios forman parte de nuestro día a día. Nuestras vidas son un viaje de transformación continuo, en que el paisaje cambia a medida que vamos avanzando, lo que nos permite modificar nuestras creencias, las percepciones de nosotros mismos, de nuestra realidad y del mundo.
La cuestión es cómo nos comportamos ante estos cambios. Y lo que nos traen.
Cuando las personas nos acomodamos a una rutina, a una manera de hacer, normalmente no nos planteamos hacer las cosas diferentes, mejorarlas, superarlas, o ver que otras posibilidades hay para nosotros. La rutina trae inercia, nos acomodamos y no nos movemos.
Hay personas que se aburren frente a la rutina y ellas mismas propician el cambio, pero otras nó. A estas otras personas la vida les cambia las cosas de sitio para sacarlas de su comodidad, de su inercia.
Cada cambio trae consigo muchas posibilidades de transformación. Podemos enfocarlo como difícil, quejándonos, enfadándonos, en definitiva, resistiéndonos y por consiguiente pasándolo mal. Esta manera de hacer nos debilita y nos enferma. La verdadera razón para rechazar el cambio es la pereza y la inercia mental.
Otra forma de encararlos es vivirlos como transformadores, utilizando todas sus posibilidades para potenciar nuestro viaje interior, por consiguiente no lo pasamos mal, aprendemos, creamos y gozamos. De esta manera siempre salimos más fuertes, más vitales. Nosotros elegimos la forma de hacer.
Nuestra verdadera naturaleza es inquieta, curiosa, aventurera; la personalidad, la mente es la que cuestiona. Nuestra esencia ama y busca a Dios en el universo, en la naturaleza y en el hombre. Ama saber, estudiar y buscar las causas que yacen detrás de los efectos externos, el significado de las relaciones que hay detrás de toda vida y de toda experiencia. Se interesa por los aspectos divinos del espíritu, del alma, del cuerpo, del hombre; se interesa por las energías, cualidades y principios divinos. También se interesa en el por qué y el cómo de los fenómenos, por el proceso evolutivo. Por la conciencia que se desarrolla y se expande continuamente.
Nuestra esencia busca, ama la verdad y la presentación de la verdad evoluciona y se adapta a la necesidad de la humanidad en cualquier periodo. Es por ello que todos los procesos de cambios son necesarios; aplazarlos, negarlos, no es posible, porque un día u otro las personas se verán finalmente obligadas a enfrentar sus asuntos a causa de las fuerzas internas y externas de la evolución.
Maria Angels.
Vivimos en una época en que los cambios forman parte de nuestro día a día. Nuestras vidas son un viaje de transformación continuo, en que el paisaje cambia a medida que vamos avanzando, lo que nos permite modificar nuestras creencias, las percepciones de nosotros mismos, de nuestra realidad y del mundo.
La cuestión es cómo nos comportamos ante estos cambios. Y lo que nos traen.
Cuando las personas nos acomodamos a una rutina, a una manera de hacer, normalmente no nos planteamos hacer las cosas diferentes, mejorarlas, superarlas, o ver que otras posibilidades hay para nosotros. La rutina trae inercia, nos acomodamos y no nos movemos.
Hay personas que se aburren frente a la rutina y ellas mismas propician el cambio, pero otras nó. A estas otras personas la vida les cambia las cosas de sitio para sacarlas de su comodidad, de su inercia.
Cada cambio trae consigo muchas posibilidades de transformación. Podemos enfocarlo como difícil, quejándonos, enfadándonos, en definitiva, resistiéndonos y por consiguiente pasándolo mal. Esta manera de hacer nos debilita y nos enferma. La verdadera razón para rechazar el cambio es la pereza y la inercia mental.
Otra forma de encararlos es vivirlos como transformadores, utilizando todas sus posibilidades para potenciar nuestro viaje interior, por consiguiente no lo pasamos mal, aprendemos, creamos y gozamos. De esta manera siempre salimos más fuertes, más vitales. Nosotros elegimos la forma de hacer.
Nuestra verdadera naturaleza es inquieta, curiosa, aventurera; la personalidad, la mente es la que cuestiona. Nuestra esencia ama y busca a Dios en el universo, en la naturaleza y en el hombre. Ama saber, estudiar y buscar las causas que yacen detrás de los efectos externos, el significado de las relaciones que hay detrás de toda vida y de toda experiencia. Se interesa por los aspectos divinos del espíritu, del alma, del cuerpo, del hombre; se interesa por las energías, cualidades y principios divinos. También se interesa en el por qué y el cómo de los fenómenos, por el proceso evolutivo. Por la conciencia que se desarrolla y se expande continuamente.
Nuestra esencia busca, ama la verdad y la presentación de la verdad evoluciona y se adapta a la necesidad de la humanidad en cualquier periodo. Es por ello que todos los procesos de cambios son necesarios; aplazarlos, negarlos, no es posible, porque un día u otro las personas se verán finalmente obligadas a enfrentar sus asuntos a causa de las fuerzas internas y externas de la evolución.
Maria Angels.
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