
A veces nos dicen alguna palabra que cuesta mucho de entender, en profundidad me refiero. A mí me ocurrió cuando, alguien que sabe mucho, me dijo; “Sosten a tu hijo en el amor”. Sabía que me estaba diciendo algo realmente importante, pero no terminaba de comprender, tampoco podía pedir explicaciones, porque hay cosas que debes entenderlas con el corazón, de forma inmediata o a través de la experiencia o cuando una ha madurado un poco más, entonces el corazón se abre y entiendes, relacionas las cosas, sabes instantáneamente porqué es así y no de otra manera.
He tenido tres hijos y sólo después del nacimiento del pequeño, comencé a plantearme el educar a un hijo de forma diferente. Con los dos mayores seguí patrones de conducta semejantes a mis padres o que ví en los demás, en fin, lo tipico. La verdad, es que no fue ninguna maravilla. Cometí muchos errores, pero en aquel tiempo lo hice perfecto, porque era todo lo que sabía hacer.
A medida que iba educando a mis hijos mayores me daba cuenta de que algo no estaba bien, eran sensaciones, intuiciones, pero siempre terminaba haciendo caso a la educación convencional. Pero llegó otro niño y con él reconocí aquellas cosas que me faltaban o fallaban.
La primera que un hijo no es solamente una personita a quién cuidar y educar, enseñar y prepararlo para ser un adulto de provecho. Es ante todo y por encima de todo un Ser Divino, un Alma que viene a la Tierra con una misión, ser feliz y con un destino a cumplir que él mismo ha decidido. Que viene con una disposición espiritual, con unas aptitudes, adecuadas únicamente para él; que no hay que enseñarle tanto, sino ayudarlo a recordar quién es y en lugar de educarle, acompañarle para que pueda realizar su propósito, su destino. Esta es su sabiduría. Una sabiduría que igual que un cubito de hielo debe deshacerse lentamente mientras la personalidad se va formando impregnándola y gobernándola.
En la energía vieja el miedo era un buen maestro, así que por miedo a herirlo o hacerlo mal, aprendí a respetar su sabiduría, a confiar en ella. Mi hijo entro de lleno en el plan convencional de educación, su colegio, sus clases, sus actividades; pero, de vez en cuando, surgía algún problema, entonces en mi preocupación pedía y confiaba en el Universo para encontrar justo la solución perfecta para él. Confiaba totalmente, con fuerza. Así iban viniendo ayudas en forma de personas adecuadas con palabras y soluciones adecuadas.
Pasaron los años y encontré alguién que me dijo “sosten a tu hijo en el amor”. No lo comprendí al momento. Pero al poco tiempo ví y comprendí que era justo lo que estaba haciendo. Vi que confiando en el Universo o en Dios, lo que realmente había hecho era confiar en la sabiduría de mi hijo, sostener esa sabiduría y dejar que todo el mundo exterior se adaptara a las necesidades que iban surgiendo de su interior.
Veamos la definición del diccionario. Sostener: sustentar, mantener firme una cosa. Sustentar o defender una proposición. Prestar apoyo, dar aliento. Dar a alguien lo que necesita para su sustento.
Me enseñaron a buscar a Dios fuera de mí, cuando lo tengo en mí. Y también me enseñaron a temer a Dios. Y yo temía a Dios, fue ese temor precisamene el que me llevó a experimentar que lo único que debía temer era a mi ignorancia. Entonces entendí que también se equivocaron quienes me enseñaron cómo era Dios. Para ellos quizás fuera verdad, era su verdad, pero no la mía. Mi verdad es que Dios es Amor, es confianza. Esa fuerza maravillosa que llamamos Dios, o cómo querais llamarlo, “nos sostiene en el amor”.
Yo le pedía soluciones a Dios, a la Divinidad Suprema, la experiencia, el tiempo me demostró que a quién pedía realmente era a la propia divinidad de mis hijos y a la mía. Les pedía en amor y con amor. Así hemos avanzado juntos, pero cada uno en su propio camino. En su propia sabiduría y en su propia Verdad.
No diré que ha sido un camino fácil. Sostener en el amor, es confiar en que todo esta perfecto y será perfecto. Es dejar Ser lo que uno quiere Ser. Es vencer el miedo y sustituirlo por el amor y la confianza.
Si sostenemos con miedo nos vamos directos al dolor. Si sostenemos con amor y confianza nos vamos directos a la acción y poco a poco a la realización. El propósito de vida se va desplegando lentamente como un mandala.
No confundamos el confiar en pasividad o inmovilización, al contrario, es acción. Sin acción no hay experiencia, no hay despliegue del propósito, no hay realización. Todo se queda en un maravilloso sueño, pero a la práctica es una gran insatisfacción.
Ese sostener en el amor se puede aplicar en todo cuanto hacemos o queremos hacer, en nuestros proyectos, en nuestras relaciones, con nuestros sueños, en nuestro hogar, en nuestra salud, con nosostros mismos. Sostengamos en el amor la verdad de nuestro corazón y todo es y será perfecto.
Maria Angels
He tenido tres hijos y sólo después del nacimiento del pequeño, comencé a plantearme el educar a un hijo de forma diferente. Con los dos mayores seguí patrones de conducta semejantes a mis padres o que ví en los demás, en fin, lo tipico. La verdad, es que no fue ninguna maravilla. Cometí muchos errores, pero en aquel tiempo lo hice perfecto, porque era todo lo que sabía hacer.
A medida que iba educando a mis hijos mayores me daba cuenta de que algo no estaba bien, eran sensaciones, intuiciones, pero siempre terminaba haciendo caso a la educación convencional. Pero llegó otro niño y con él reconocí aquellas cosas que me faltaban o fallaban.
La primera que un hijo no es solamente una personita a quién cuidar y educar, enseñar y prepararlo para ser un adulto de provecho. Es ante todo y por encima de todo un Ser Divino, un Alma que viene a la Tierra con una misión, ser feliz y con un destino a cumplir que él mismo ha decidido. Que viene con una disposición espiritual, con unas aptitudes, adecuadas únicamente para él; que no hay que enseñarle tanto, sino ayudarlo a recordar quién es y en lugar de educarle, acompañarle para que pueda realizar su propósito, su destino. Esta es su sabiduría. Una sabiduría que igual que un cubito de hielo debe deshacerse lentamente mientras la personalidad se va formando impregnándola y gobernándola.
En la energía vieja el miedo era un buen maestro, así que por miedo a herirlo o hacerlo mal, aprendí a respetar su sabiduría, a confiar en ella. Mi hijo entro de lleno en el plan convencional de educación, su colegio, sus clases, sus actividades; pero, de vez en cuando, surgía algún problema, entonces en mi preocupación pedía y confiaba en el Universo para encontrar justo la solución perfecta para él. Confiaba totalmente, con fuerza. Así iban viniendo ayudas en forma de personas adecuadas con palabras y soluciones adecuadas.
Pasaron los años y encontré alguién que me dijo “sosten a tu hijo en el amor”. No lo comprendí al momento. Pero al poco tiempo ví y comprendí que era justo lo que estaba haciendo. Vi que confiando en el Universo o en Dios, lo que realmente había hecho era confiar en la sabiduría de mi hijo, sostener esa sabiduría y dejar que todo el mundo exterior se adaptara a las necesidades que iban surgiendo de su interior.
Veamos la definición del diccionario. Sostener: sustentar, mantener firme una cosa. Sustentar o defender una proposición. Prestar apoyo, dar aliento. Dar a alguien lo que necesita para su sustento.
Me enseñaron a buscar a Dios fuera de mí, cuando lo tengo en mí. Y también me enseñaron a temer a Dios. Y yo temía a Dios, fue ese temor precisamene el que me llevó a experimentar que lo único que debía temer era a mi ignorancia. Entonces entendí que también se equivocaron quienes me enseñaron cómo era Dios. Para ellos quizás fuera verdad, era su verdad, pero no la mía. Mi verdad es que Dios es Amor, es confianza. Esa fuerza maravillosa que llamamos Dios, o cómo querais llamarlo, “nos sostiene en el amor”.
Yo le pedía soluciones a Dios, a la Divinidad Suprema, la experiencia, el tiempo me demostró que a quién pedía realmente era a la propia divinidad de mis hijos y a la mía. Les pedía en amor y con amor. Así hemos avanzado juntos, pero cada uno en su propio camino. En su propia sabiduría y en su propia Verdad.
No diré que ha sido un camino fácil. Sostener en el amor, es confiar en que todo esta perfecto y será perfecto. Es dejar Ser lo que uno quiere Ser. Es vencer el miedo y sustituirlo por el amor y la confianza.
Si sostenemos con miedo nos vamos directos al dolor. Si sostenemos con amor y confianza nos vamos directos a la acción y poco a poco a la realización. El propósito de vida se va desplegando lentamente como un mandala.
No confundamos el confiar en pasividad o inmovilización, al contrario, es acción. Sin acción no hay experiencia, no hay despliegue del propósito, no hay realización. Todo se queda en un maravilloso sueño, pero a la práctica es una gran insatisfacción.
Ese sostener en el amor se puede aplicar en todo cuanto hacemos o queremos hacer, en nuestros proyectos, en nuestras relaciones, con nuestros sueños, en nuestro hogar, en nuestra salud, con nosostros mismos. Sostengamos en el amor la verdad de nuestro corazón y todo es y será perfecto.
Maria Angels
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