Es frecuente que al iniciar cualquier proyecto, relación o evento, tengamos puestas las esperanzas en conseguir grandes resultados siguiendo unas pautas que, mentalmente, nos hemos trazado. A eso le llamamos tener expectativas. No es bueno ni malo, depende de cómo lo llevemos. Sin embarggo, estas expectativas unidas a la impaciencia, pueden hacer que el mismo proyecto se retrase, fracase o se desvíe.Las expectativas van unidas a la impaciencia y la impaciencia a la ansiedad, resultado de una falta de confianza en nosotros mismos y en el universo. De esta forma nos desequilibramos y entramos en estados emocionales negativos que interfieren en la consecución de nuestros propósitos. Sucede entonces que en lugar de disfrutar de todo el proceso, lo sufrimos.
Con paciencia, confianza y acción adecuada sabremos ver y oír desde nuestro interior por donde nos conduce el Espíritu y cuál es su Propósito, que es nuestro propósito. Consiguiendo de ese modo, hacer lo más adecuado para nosotros y para nuestro mayor bien, disfrutando además, de todo el proceso. El gozo de crear.
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