Generalmente cuando estamos dentro de un crecimiento personal, sucede a veces, que nos hallamos tremendamente cansados, agotados, de mente y cuerpo y entonces nos preguntamos porqué nos pasa eso.
El primer pensamiento es intelectual, ¿qué estoy haciendo mal?, ¿qué tengo que aprender? Y sin darnos cuenta nos sentimos culpables o nos exigimos más de lo que en ése momento especial podemos dar. Nos castigamos. Con lo cual agudizamos nuestro estado y lo retenemos en lugar de soltar y dejar ir.
El segundo pensamiento es que los demás, las circunstancias, los problemas, son los causantes de nuestro cansancio. Pero no nosotros. O sea o nos sentimos víctimas o hacemos culpables a los demás.
Pienso que nos asustamos cuando el cuerpo y la mente no responden a nuestras exigencias y espectativas. Porque no entender que es parte de un proceso de crecimiento que en un momento dado hay, antes o después de un proceso de concienciación, una liberación de energías contenidas que nos producen ese estado, unas energías que impedían que tuviéramos una comprensión más amplia, un mejor conocimiento de nosotros mismos, que creciéramos un poquito más, que nos retenían en nuestro avance.
También pueden influir otros factores. Pero hoy quiero destacar esta reacción, la de castigarnos, la de reprocharnos, en lugar de dejar fluir y cuidarnos amorosamente, esperando que la tormeta se disipe y luego luzca el sol en nuestro entendimiento, en nuestro corazón. Y mientras dejamos que nuestro Ser Infinito, que sabe mucho más que nuestra mente consciente, haga su labor.
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