domingo, 28 de abril de 2013

A VECES SUCEDE...



A veces sucede que andando nuestro camino aprendemos lo que por nosotros mismos no sabemos aprender. El nos enseña. Es el mejor maestro. No porque no queramos aprender, sino porque aun sabiendo que hay cosas que aprender, no encontramos la manera de hacerlo bien. Y así lo vamos dejando de un día para otro, hasta que el camino nos lo pone delante y entonces sucede que nos asombramos de ver, nos asombramos de oír y nos asombramos de SER.
 
A veces sucede que andando nuestro camino dejamos atrás amores, amigos, familia, trabajos, puertas que se cierran, que ya no nos sirven, puertas que nos molestaban, nos confundían, nos distraían o puertas en las que nosotros molestábamos a los demás. ¿Para qué conservarlas sino apoyan nuestro mayor bien? Mejor cerrarlas, dejarlas ir. Otras puertas se abrirán.
 
A veces sucede que andando nuestro camino sentimos que ya no hay necesidad de tanto esfuerzo, que no hay necesidad de sufrir por unos y por otros y entonces todo se hace más fluido, más fácil, más ligero. Y respiramos aliviados.
 
A veces sucede que andando nuestro camino descubrimos que todo es más sencillo y natural, que nosotros lo hemos complicado porque no sabíamos o estábamos confundidos. Entonces sabemos qué queremos y qué no queremos. Ya no hay un "no lo sé", hay un YO SOY.
 
Y al final, en un punto del camino, vemos que nuestros sueños ya no son tan sueños, ya no estan lejanos, sino que los hacemos realidad porqué así lo hemos elegido, porque nos lo merecemos. Entonces pasamos de andar el camino a gozar del mismo. A cada paso que damos descubrimos que el camino existe porque existimos nosotros y que somos nosotros quienes hacemos posible que él exista.
 
Honrando mi camino, honro el de los demás.

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