Hasta hace poco tiempo, no nos sentíamos incómodos cuando nos hallábamos entre otras personas o lugares. Y es que en frecuencia energética estábamos todos más o menos al mismo nivel. En cambio ahora sí sentimos cierta incomodad. Y es que ahora vivimos rodeados y en medio de diferentes graduaciones de frecuencias que marca la calidad interna de las personas.
La percepción es una sensibilidad enriquecida. No es un nuevo sentido porque ha formado parte del ser humano desde siempre, aunque no se haya desarrollado en todo su potencial. En cambio ahora sí lo hace. Si no se entiende adecuadamente y ese entendimiento no va a la par con nuestro crecimiento interior, puede dificultar el que nos movamos con fluidez entre diferentes frecuencias y con ello dificultar el hacer elecciones correctas.
Con la percepción aprendemos a elegir con quién o con qué podemos conectarnos.
Es una prueba real y palpable de la trascendencia de la 3D aún viviendo y teniendo los pies firmemente anclados en la realidad.
En la 3D, o en tiempos pasados, nos conectábamos con los demás basándonos en el compromiso, la obligación, por ley, por sacrificio, por roles, por educación, por razonamiento. En la actualidad, con la percepción, aprenderemos a conectarnos en base a cómo resonamos, desde nuestro sentir corporal, de corazón, como un efecto eco o diapasón.
El resonar, es un efecto directo del sentido de la percepción, que no es más que nuestra sensibilidad enriquecida. Un sutil vehículo para navegar por espacios más elevados, más puros y hacer de nuestra vida una vida mejor. Evidentemente para un buen navegar hay que tener un compromiso de crecimiento interior.
Notas para reflexión:
Observar e identificar qué limitaciones de carácter o personalidad, (miedos... a qué... falta de valor personal, rencillas, etc. etc.) pueden afectar e interferir en la correcta utilización de la percepción y en qué forma lo hacen.
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