Una vez la
gran Diosa Madre del Universo miro a la
tierra y al ver su belleza se enamoro; miro a los espíritus femeninos y los vio sufrir, envueltos en oscuridad. Fundida
de amor suspiró y en su
exhalación expandió de su corazón millones y millones de partículas de si
misma. Cada partícula era una parte de su esencia, todas fueron a la parte femenina de los corazones de la humanidad, hundiéndose en él para ocultarse de la
realidad de los hombres.
Con el tiempo
esas partículas se asentaron y empezaron
a irradiar más y más luz, hasta que un
día el corazón empezó a palpitar
diferente, ya no latía como el de un humano cualquiera, ahora pulsaba con la
seguridad de una diosa.
La mujer
empezó a sentirse diferente, empezó a amarse a si misma, empezó a respetarse a
si misma; entonces quiso conocer que había en su corazón que la hacia tan
diferente. Y limpió y limpió toda la oscuridad que la envolvía. Pero aún no veía
que había en su corazón.
Este pulsaba más fuerte aún, tan fuerte que causaba dolor en el pecho, la mujer doblo sus rodillas y cayó al suelo.
Entonces toco la tierra y sintió que también pulsaba con ella, las lágrimas
brotaron de sus ojos, todo era
una sola pulsación a un mismo ritmo en una continua expansión de amor en forma de luz y de
color. Su corazón se abrió y la
naturaleza la Diosa se reveló.
Comprendió
la mujer, que ella solo era parte de un todo más grande y como en un sueño entró en su corazón. Allí
descubrió que ella formaba parte de la
esencia de la Gran Diosa Madre, que solo buscaba expresarse a través de ella.
Lo que la hacia distinta era ser receptáculo de la Gran Diosa Madre.
Así miles
y miles de mujeres en todo el planeta vamos despertando a nuestro verdadero
valor para dar expresión personal a la parte de esencia divina de que somos
portadoras.
Todas
somos parte de la Diosa. Todas las
diosas habidas y veneradas en la tierra en todos los tiempos, son parte de la
Gran Diosa. Todas las vírgenes son parte de la Gran Diosa, toda mujer, todo
espíritu femenino, es parte de la Gran Diosa.
El camino
es el del corazón.
Maria Angels
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