viernes, 14 de septiembre de 2018

TRABAJO EN COMUN




El Espíritu y la personalidad están destinados a trabajar juntos en una misma dirección. Para ello cada Espíritu se comunica o relaciona de manera única con la personalidad. Por lo que no hay patrones establecidos. Cada persona debe encontrar la forma de comunicación o relación con su Espíritu por si misma.

Un buen ejemplo para entender mejor esta situación es imaginarnos a nosotros mismos remando en un bote de remos. En un remo está el Espíritu y en el otro la personalidad. Si cada remo va hacia donde quiera, nunca se llegará a lugar alguno, porque no hay entendimiento ni escucha de ningún tipo. El único que sabe donde ir es el remo del Espíritu, que es quién debe marcar el camino, si la personalidad entiende esta sabiduría que va más allá de un entendimiento racional, lo acata, lo respeta y lo acepta se deja guiar de manera que rema en la dirección adecuada con la ayuda y estrecha colaboración de su Espíritu. 

El Espíritu cuida, respeta y acepta las limitaciones de la personalidad porque las comprende. No es una dominación del uno sobre el otro, en el que uno mando y el otro obedece, sino que se complementan, se nutren el uno al otro, de ese modo se permite la evolución de ambos, porque se respetan  y buscan entre ellos un punto de equilibrio que los beneficie a los dos. Al Espíritu y a la personalidad. No hay imposición del Espíritu se buscan acuerdos comunes. 

Para que esto pueda ser asi debe haber un compromiso hacia uno mismo, de ambas partes, la parte humana y la parte divina. Una entrega y confianza hacia el otro. De ahí la importancia del crecimiento personal
como humanos y el ir evolucionando y creciendo como Espíritus. 

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