Desde hace algunos años, progresivamente más y más activos, nos hemos ido preparando para vivir en y desde el corazón. A hacernos conscientes de Nuestra Esencia.
Como buenos anfitriones hemos limpiado, purificado y preparado nuestra casa para recibirnos a nosotros mismos con alegría y con dignidad.
Ahora las campanas nos llaman, repican en nuestro interior. Es la llamada, tanto tiempo anhelada.
Escuchémosla con el silencio de nuestras palabras, con la quietud de nuestra mente, en la sencillez de nuestro hacer, en la humildad y en cada pulsación de nuestro corazón.
Permitamos que entre la paz.
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