sábado, 12 de febrero de 2011

FLORES PARA LA NUEVA ENERGIA








Llevamos unos años en que todos hemos sido de alguna forma o otra, estimulados en nuestro proceso evolutivo. Lo cual ha significado cambiar muchas cosas en nuestra vida. Trabajos, a veces parejas, lugares de residencia, pero lo más importante es que también nos hemos dado cuenta que hacia falta cambiar hábitos de vida, creencias. Y así, casi sin darnos cuenta, hemos iniciado todo un recorrido de búsqueda e investigación sobre terapias alternativas, alimentación sana, filosofías, cursillos, conferencias, lecturas. Nos vestimos diferente, hablamos con otro lenguaje, frecuentamos ambientes diferentes. En resumen, somos diferentes.

¿Pero hasta que punto hemos cambiado? Y ¿hemos cambiado realmente? o sólo hemos sustituido unos valores por otros, un lenguaje por otro, una forma de hacer por otra. ¿qué es lo que hemos integrado de toda nuestra búsqueda?.


Tal vez después de tanto cambio y búsqueda, nos demos cuenta de que en verdad hemos mejorado nuestra vida, nos satisface más. Sin embargo, dentro de nosotros una inquietud sigue latente. Y en lugar de disminuir su presencia aumenta su intensidad. Es una inquietud que no sabemos ponerle palabras para describirla. A veces se convierte en un vacío, una tristeza, una añoranza. Otras veces nos produce júbilo, nos emociona, sin saber porqué. En ocasiones nos produce temor porque no comprendemos que pasa y buscamos explicaciones que no hallamos. A veces nos deprimimos, otras lloramos o reímos, pero seguimos buscando, sin embargo, ya no hay sitio donde buscar.
Todo cuanto encontramos no nos llena. Sentimos que hay algo más, pero ¿donde?.

En nuestro camino evolutivo, ha llegado el precioso momento de reconocer nuestra divinidad. El precioso momento en que nuestra verdadera esencia, el Yo Superior ó el Ser Verdadero o nuestro Espíritu, es igual el nombre que le demos, despierta de su sueño y anhela el reencuentro con esa pequeña parte, esa chispa que se separó de sí mismo para iniciar un largo viaje en el planeta Tierra.

Y esa chispa de divinidad es lo que sentimos que nos inquieta, que nos emociona y nos conmueve, que nos hace vibrar y buscar. Porque llega el momento de integrar todos los cambios que hemos hecho para ir al encuentro de nuestra Esencia, nuestra parte Divina y Sagrada. Somos nosostros que debemos ir hacia ella. Nuestro Yo Superior espera que sea su parte humana que ascienda hacia él, que sea su parte humana la que se prepare, se fortalezca, conozca y sepa asumir y manifestar más en la Tierra de Todo lo que Es.


Ahora, ha llegado el momento de soltar, de dejar ir, de limpiar todas las programaciones mentales, tal vez todas las referencias. Borrar lo aprendido, pero quedarnos con la experiencia, quedarnos también el amor recibido y dado para volver empezar. Por eso decimos nueva energía. Aunque en realidad no es nueva porque tiene la edad del Espíritu, y éste no tiene ni tiempo, ni lugar. Así que es recordar como vivir y ser en Espíritu. Es en nuestra dimensión de conciencia que siempre es nueva porque cada momento es único, cada etapa es única, cada ciclo es único. Aunque se repitan en el tiempo.

El corazón lo reconoce. Algo va a resonar dentro de todos. Algo está, yá, resonando. El Humano Divino.


María Angels






No hay comentarios:

Publicar un comentario