domingo, 1 de mayo de 2011

Cuento: Los tres caminantes




En medio de la oscuridad de la noche, un caminante busca hallar el camino de regreso al hogar. El cielo está cubierto de nubes, no se ven las estrellas ni hay la luz de luna, por lo que ante su visión todo es oscuridad. El caminante busca avanzar y donde poner los pies para no tropezar y caer. Es un ser humano tranquilo, no tiene prisa, el sabe que el hogar lo esta esperando y siempre estará donde esta; sabe que llegará de cualquier manera, pero no sabe cómo será. Es un ser humano discreto, de vida sencilla, que pasa inadvertido, los demás pueden decirle que es insignificante porqué es natural, espontáneo, muy familiar, muy cercano, más bien solitario, gran protector de su nucleo, servicial, no pide para sí, acostumbra a dar antes que a recibir; no se plantea grandes cuestiones; de soluciones prácticas y sencillas; no necesita conocer para Ser. Su camino en la naturaleza, la tierra, su unión con ella, su impregnación.


Vé una luz pequeña, tintineante, coloca su pié cerca, sin pisarla, palpa, el terreno es firme, se aposenta. Mira hacia delante, hacia los lados y observa otras pequeñas luces, apenas visibles, vuelve a palpar, se aposenta y avanza; paso a paso las pequeñas luces van marcando un camino, el camino de regreso al hogar. El avance es lento, pero seguro, no hay prisa, no hay peligro, nada puede pasar, las pequeñas luciérnagas lo conducen con sencillez, con simplicidad, hay tiempo para ponerse a cantar, para pararse a respirar a pleno pulmón, para pensar, reflexionar, reir, bailar. No importa cuánto se tarde en llegar, sabe que seguro se llega. Es un camino simple, sencillo, inadvertido porque otras luces lo cubren, pero la luciérnaga está ahí, guiando y cuidando su familia de luz y todos avanzan por igual, porque todos tienen su propia luz y juntos alumbran el camino. No esperan nada, no quieren deslumbrar, permanecen unidos entre sí y a la tierra, a la cual pertenecen y en ella prestan su servicio. El primer caminante llega seguro al hogar y se convierte a su tiempo en una luz segura, estable, sencilla y permanente para la familia, su grupo y todos llegan a su destino, sin arañazos, sin pérdidas, sin cansancio.


Un segundo caminante también busca el regreso al hogar, él no sabe ver la lucecita tintineante de la luciernaga, éste tiene prisa por llegar; está ansioso, demanda saber donde está su camino,
exige y toma; tiene necesidad de gritar a los cuatro vientos lo que sabe, lo que quiere, quién es él, necesita lucirse, brillar con fuerza, reafirmarse, demostrar al mundo y a si mismo lo que puede hacer. Es fuerte y guerrero. Su presencia domina e impone; Necesita conocer para Ser. Su via es mental, el conocimiento.


Este caminante se hace con una bombilla que dá una potente luz y con ella busca el camino a su alrededor. Y vé no sólo uno sino varios caminos, los prueba todos, anda por todos, pero como la luz es tan potente y clara que él mismo se deslumbra y entonces tropieza y cae, se levanta y vuelve a avanzar y vuelve a tropezar. La luz que deslumbra no deja ver los desniveles del terreno y en su necesidad regresa y toma otro camino y así una y otra vez. Pasa el tiempo, al final ya no sabe cuál es su hogar ni cuál es el camino; su hogar ya es el camino y el camino es su luz, pierde entonces el sentido de quién es quién. Su luz es tan fuerte que su núcleo familiar y su grupo quedan también deslumbrados y pierden el sentido de si mismos, ellos son sólo una proyección de su luz.


Este caminante tambien regresa al hogar y con él su grupo, llegan cansados, con algún arañazo, alguno se ha despistado y perdido por el camino, también han recogido otros que estaban perdidos, que no pertenecen a su grupo aunque sí han seguido deslumbrados por la luz. Sobreviven los fuertes, el camino ha sido duro y largo.


Hay un tercer caminante que también busca el regreso al hogar. Este ser humano también quiere reafirmarse, quiere y tiene necesidad de ser útil, de servir a los demás. También tiene necesidad de expresar lo que sabe, de darse a conocer, de sanarse a si mismo y a los demás, de dar pero también quiere recibir, quiere compartir; busca y ama el equilibrio entre todos los polos opuestos; su mente esta abierta y su corazón es puro; sabe escuchar y sabe hablar; busca la soledad y el silencio y ama la compañia y la fiesta. Quiere conocer, pero antepone el Ser. Su via es el corazón.


Este caminante se planta firme y observa que puntos de luz hay para guiarse en su regreso al hogar. Busca el camino en el cielo y no lo vé porque sigue nublado, entonces busca las señales de la tierra y vé tres puntos de luz. Uno pequeñito el de la luciérnaga. Demasiado lento para él. Vé la luz de la bombilla, demasiada luz, no está modulada, deslumbra. Y se encara al tercer punto de luz. Un Faro, su luz es fija, no deslumbra, es constante, por lo que da una base sólida de orientación. Permite avanzar y reflexionar a la vez. Así se evita las caidas y los retrocesos. Puede ver los desniveles del camino y salvarlos. Tiene tiempo para avanzar con seguridad, conociendo el camino que pisa. Puede esperar con tranquilidad a su grupo y ver cómo avanzan y sortean los obstáculos por su propio pié. Avanzar, esperar, conocer, al final llegan todos juntos, sin arañazos, cansados pero satisfechos, conocen los pasos del camino y conocen quienes son ellos mismos, nadie se ha perdido.


Veo tres puntos de luz que iluminan a tres caminantes, tres Trabajadores de la Luz. La luciérnaga, la bombilla y el faro. Cada uno cumple con su misión. Ninguno es más que otro, ni mejor que el otro. Los tres cumplen con su función. Cada ser humano elige cuál es su punto de luz guia. Tal vez incluso haya una evolución a corto plazo o a largo plazo. Quien empieza a alumbrar como luciérnaga, pasando a bombilla y terminando con la estabilidad del faro. Es toda una experiencia no solo de vida, sino de vidas. ¿alguién se anima?.


Maria Angels













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