El Amor es
la única fuente de sanación. Al menos la sanación debe realizarse con amor si se
quiere marcar de verdad una diferencia. Y quién dice sanación puede decir
también educación.
La
sanación clínica o la educación hecha sin amor y cariño puede que a veces
alivie los síntomas o enseñe a leer, pero no opera un cambio profundo y
verdadero.
¿Cuántas
personas experimentan en su vida la pureza y la dulzura del amor desprendido e
incondicional?
Lo cierto
es que las hay, pero aparentemente parece que en esta época de la Tierra el
amor divino es aún la excepción antes de la regla. Y esa falta de vivencia y
comprensión son la base de los desequilibrios que nos llevan a la ignorancia o
a la enfermedad, igual a dolor y sufrimiento.
De ahí la
importancia de nuestro crecimiento en todos cuantos tenemos relación diaria con
personas, sea personal sanitario, educativo, terapéutico o consejeros.
La
sociedad actual enseña que el amor se define mediante sentimientos tales como preocupación
por los demás, miedo a perder el cariño o atención de otra persona, lo que se
siente cuando alguien satisface las necesidades de uno, tener pena o lastima de
los demás.
De esta
forma, nos lanzamos a la búsqueda del amor jugando, interpretando un papel. En
algún momento se nos acusa de ser insensibles, de amar poco, de no
compadecernos de alguién, de ser
egoistas o demasiado claros y directos, ¿a alguien le ha pasado esto?
Sentir
compasión por alguien es quitarle el poder y capacidad de ayudarse a si mismo.
Eso no significa dejar de amar, tener compasión no significa negarle al otro la capacidad de aprender, crecer y
cambiar su vida. Significa amarle, dejándole ser como es y siendo nosotros como
somos.
Existe
bastante diferencia entre las definiciones del amor incondicional y lo que la
sociedad entiende como amar. En cualquier caso nuestra capacidad de recibir
amor divino quedo bloqueada o bien se redujo a causa de entregarnos al juego de
competir por la energía y atención de los demás.
El no
haber entendido la verdadera naturaleza del amor se traduce en esperar cosas
poco realistas de la pareja, de los amigos o relaciones en general.
Parece que
los seres humanos hemos olvidado que debemos elegir pareja o amigos íntimos
entre aquellas personas con quienes somos compatibles de forma natural. Donde
se de una afinidad natural que impulsa el avance y el bienestar. Después nos duele que el modo de entender el
amor del otro no responda a nuestras expectativas en lugar de verlo simplemente
como otra manera, de ser y estar.
Sino somos capaces de vivir nuestra vida, sin causar dolor con
nuestra forma de ser a otras personas,
no deberíamos relacionarnos con ellas. O al revés de ellas a nosotros. Al
menos hasta que no seamos muy fuertes y estemos adentrados en la luz. Ya que su grado de comprensión puede ser diferente a la nuestra. Y al permitir que la otra
persona viva su aprendizaje a nuestro lado puede agotarnos energéticamente,
mentalmente y espiritualmente, precisamente porque los amamos, lo cual puede
ser nuestra fortaleza o nuestra debilidad. Nuevamente no hay nada censurable, es cuestión
de frecuencias y ritmo.
El amor en
su forma pura es pues sanador tanto si se da como si se recibe.
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