
De todos
es sabido que nuestra vida esta señalada por ciclos de tiempo que representan
etapas de crecimiento por los que hemos de pasar, pues marcan el ritmo de
nuestro crecimiento personal y evolución espiritual. Los veo como el envoltorio de
las Leyes Universales.
Son unos
ciclos que nos afectan a todos por igual, seamos Espíritus nativos de la Tierra
o vengamos de las estrellas, y que al
tomar conciencia de ellos nos permiten colaborar conscientemente en el proceso,
sacando de ello el mayor provecho con el menor sufrimiento posible. Sólo hay
que tener voluntad y compromiso.
Sobre
estos ciclos generales hay que añadir los ciclos personales que cada persona
trae consigo al nacer y que están motivados por la experiencia y aprendizaje que
busca el Espíritu en su ciclo de vida.
Pues bien,
ahora nos hallamos al final de un ciclo corto general para todo el mundo como
es el cambio de año. Cada año lleva una energía diferente. Es decir trae
consigo un aprendizaje determinado que nos inclina hacia un determinado tipo de
experiencia o vivencia que nos tiene que reportar un determinado aprendizaje.
Si éste aprendizaje ya lo tenemos hecho e integrado, nada nos afectará y el
paso del año será suave y fácil, pero sino lo tenemos aprendido e integrado nos
hallaremos en situaciones donde si queremos avanzar, tendremos que asumir
ciertos aprendizajes, limpiezas, reconocimientos, sanación, siempre en la
medida que podamos asumirlo. El cielo nunca nos da una prueba o reto que no
podamos superar. Pero si no queremos avanzar por resistencia a
pasar por el proceso, nos vemos o sentimos entonces como relegados o rezagados
en la evolución. Es decir el Universo, la Vida, se hace a un lado y espera a
que nosotros estemos preparados para seguir avanzando. No nos obliga, espera
simplemente. En ese esperar nosotros nos sentimos solos. Y es en esa soledad
que nos hacemos fuertes para seguir el camino trazado. Así es que la soledad es
una elección que hacemos inconscientemente pero al mismo tiempo una herramienta
que un día u otro nos pone en marcha otra vez. Sea en esta vida o en otra.
Según el plazo de tiempo que nos dediquemos a esperar, creyendo que así
eludimos la prueba, el paisaje de nuestro entorno puede variar, las personas
pueden desaparecer y aparecer otras nuevas, las situaciones también. Con lo
cual el color de la soledad cambia.
Así pues,
siempre recomiendo hacer un trabajo de introspección profundo en estas fechas,
para tener claro y tomar conciencia de donde estamos, qué nos falta y a donde
vamos. Eso facilita mucho el avance y conexión con nuestro Espíritu y de
resultas de ello con el Universo.
Así que
paso a describir el ejercicio para quién desee hacerlo. Debe hacer por dias, es decir cada fase se hace en un día. Total lleva 6 dias seguidos hacerlos.
Primer día.-
Se repasa todo lo vivido durante el año y se anota y sin leerlo lo escrito se guarda. Si hemos adquirido la buena
costumbre de llevar un diario ahora es cuando nos será de gran ayuda.
Segundo día.-
Se reflexiona de cada experiencia que hemos tenido cómo la hemos vivido, cuál
ha sido el aprendizaje obtenido, a nivel físico-material, a nivel emocional, a
nivel mental y a nivel espiritual. Y se llega a la conclusión de si es un
espacio cerrado o queda abierto con más aprendizajes a hacer aunque no sepamos
cuales, sí lo sentiremos en nuestro corazón. Nos sentiremos satisfechos o
inquietos. Se guarda la hoja sin leerla.
Tercer día.-
Se lee todo y se reflexiona sobre ello, se hace una lista de lo que queda incompleto y lo
que sentimos completo. Se guarda la hoja.
Cuarto día.- Se vuelve a leer todo y se llega a la conclusión
del año. Se cierra el año sintetizando que hemos aprendido a nivel
físico-material, a nivel emocional, a nivel mental y a nivel espiritual. Debe
hacerse de forma sintetiza, clara y concisa. No nos perdamos en palabrería.
Quinto día.-
Se fijan unos objetivos para el próximo año, a todos los niveles, físico-material,
emocional, mental y espiritual.
Sexto día.- Y por
último, se escoge un jueves o un domingo y después de la meditación matutina,
perfectamente interiorizados, unidos a nuestro Ser; se lee en voz alta la conclusión del año y
los objetivos, en ofrecimiento al Universo pidiendo Luz y Guía para nuestro
caminar.
Quiero
aclarar que la Luz y Guía del Cielo siempre está, pero a veces ocurre, que no
viene como nosotros quisiéramos que viniera, sino en otra forma, la forma que
más nos conviene a la evolución de nuestro Espíritu. Es decir la Luz y la Guía
es para nuestro Espíritu no para nuestro ego. Por eso algunas personas dicen
que “a mi el cielo no me escucha”, entonces es que la personalidad no quiere
enterarse.
Os deseo a
todos un feliz final de Año y un Gran Nuevo Año, que viene lleno de
experiencias y contundencia.
Un gran
abrazo a todos, de corazón.